lunes, 20 de octubre de 2008

ducha

en la ducha
las lágrimas son otras,
sal de mis ojos,
luces de territorio muerto,
bocanadas de esos decires
suspendidos en la puerta de tu alma,
vaya a saber porque una escucha lo que le dicen,
y juega con los rulos de la vida, sintiéndose tan satisfecha
vaya a saber porque nos vamos quedando sin palabras
vaya a saber porque las lagrimas son otras bajo el chorro de la ducha,
vaya a saber porque la ducha es sólo una gran avalancha de lágrimas que no cesan.

insisto con esto; en la ducha las lágrimas son otras sales de mis ojos,
sensaciones de mi cuerpo,

y una pregunta me ronda ¿dejaré de ducharme cuando ya no tenga lágrimas que lloren?

tu mi paraiso

como explicarte,
y no ser obvia,
como entregarme sin rótulos
sacar pasaje a este encuentro con vos,
ser la estrella que buscas,
teñirme de tu pasión
no preservarme, ni resistirme
dejarme ser contigo,
y que sea conmigo con quien te vayas al cielo todos los días.
al supermercado y a la casa de cambio,
a bailar salsa, y tenerte en mis brazos,
porque sólo es eso lo que quiero,
ser tu gaviota, volar alto
y festejar el triunfo de este encuentro latente e inesperado,
sólo un beso en la puerta de tu casa bastó para invitarme a tu paraíso,
buscarte en mis sábanas de sedas, y mis plumas de perro,
en esta felicidad que es tan nuestra
en esta pequeña batalla ganada al hastío.

me mimo contigo

desahogarse
desazón,
despavilarse
desopilante realidad,
circunstancias despolitizantes
de círculos de baba y de miel
de constricciones perfectas y afectadas
de afecciones que nos desatan
nos tañen,
besos que ahogan cuando el clamor cesa
Sede de esa absoluta justicia
y la belleza que cuelga como manojos
racimos de telas,
cosidas
de pequeñas tormentas de júbilos
de esta locura tan insana, de esta tu manía
de desbordarme y confrontarme.

el tiempo es una daga en mis manos
los confites son tan extraños,
extraño las texturas de tu cuerpo
colgando del éxtasis de gritos,

extraño por una extraña razón que extraño, pero persisto.