miércoles, 30 de junio de 2010

Básicamente

Antojos de sol,
antojos recetados,
antojos de contactos,
antojos de tu lluvia,
antojos de luna y de tu viento.
Antojos de cielos
y de estrellas,
antojos de vos mirándome dormida
antojos de risas que se cruzan en las esquinas.

Antojos de mirarte cuando me miras,
básicamente... antojos de vos.

lunes, 14 de junio de 2010

El hueco de la ventana se abre, hoy es un día muy gris. Y a pesar de ello el rayo de luz de un sol diminuto y oculto perfora mi sien, la luz cae chorreando vida por el rincón oscuro de la próxima cocina que habito ahora con una presencia pasajera. En la habitación contigua trabaja ruidoso el albañil, escucho como la cuchara raspa y recoge la mezcla de 2 baldes de cal, 2 de arena, 4 de cemento. Hace poco paró el motor de la mezcladora, que tiene el mismo sonido de mi lavarropas centrifugando.

La mañana cae lenta, es uno de esos días propicios para quedarme en casa, buscar una película, o un libro de poesías. Por suerte todas mis obligaciones las puedo manejar por teléfono, ¿a veces me pregunto cual es el mejor invento? Y no siempre obtengo la misma respuesta, obviamente el resultado está teñido de mis necesidades.

Echo una mirada fugaz por el ambiente donde estoy y veo cosas inconclusas, veo los ladrillos a la vista, y entre ellos la mezcla que los une, las capas no son todas iguales, los ladrillos tampoco, algunos son mas oscuros casi negros. Y supongo que esos se pasaron de cocción. Y es inevitable que la imagen de los caballos dando vueltas en la mezcla de barro venga a mi cabeza, y percibo el sonido de esos cascos metiéndose profundos y despegándose de nuevo, provocando ese shuop, shouop, constante y persistente. El anca es ancha y le cuelga una cola tupida, y salpicada por el barro, y pareciera tener rastas el caballo, en una época ya lejana era de un color claro, ahora con los años y su labor se oscureció un poco. De a ratos tira con fuerza y agacha la cabeza, hay sectores de la mezcla de barro que está pesada y grumosa; y al tobiano le cuesta.

Vuelvo a mi, me observo y me pregunto ¿que me cuesta? ¡que de todo lo que hago me está costando? Y para que insisto en hacerlo? Pero también me pregunto que me gusta hacer y donde estoy encontrando mi mayor satisfacción?

Soy libre cuando escribo y por lo tanto VIVO.

tarde para café

la llovizna no me detuvo en casa, así que casé piloto, pero no botas ni paraguas. dejé la moto descansar esta vez y me aventuré a mirar la ciudad desde un colectivo, las calles son otras desde esa altura, la gente pasa silenciosa y casi flotando entre las baldosas. Algunos despliegan sus paraguas, enfundados otros en pilotos de diferentes modelos, colores, y épocas.
las gotas caen suave por el vidrio y dejan su bruma tras su paso; el movimiento me adormece un poco, y extraño por ratos el frio que en la moto golpea mi cara.
dejé atras a mi pequeña sobrina que tras un importante berrinche casi se duerme en mis brazos, digo casi, porque cuando llegamos a la cama luego de un gran rato hamacandola en mis brazos casi doloridos ellos, apenas la apoyé abrió sus ojitos pequeños y vivaces, casi siempre sucede lo mismo vos quedas para dormirte una gran siesta y ellos no se de donde sacan esa energía que en un instante te dan vuelta la casa y vos incluida en ella.
Pronto estuve en plena peatonal y la lluvia caía mas espesa. Lo que me gusta de los días de lluvia es mirar a la gente correr, como escapan a las gotas; como buscan caminar protegidos por algun techito.
Los vendedores ambulantes aprovechando la lluvia pregonan "paraguas, paraguas", atino a mirar alguno que me guste, pero desisto de la idea, porque el último paragua que tuve me lo olvidé en un colectivo, y era el mismo que había encontrado tiempo atrás en la biblioteca argentina, pienso ya volverá mi paraguas, y sigo.
Camino despacio, llego al palace garden y entro, esquivando los puestos del medio y las ofertas de botas y carteras, estoy ultimamente comprandome tantas carteras.
Llego a la oficina donde debo hablar ciertos temas importantes, hablamos, resolvemos y sigo mi viaje.
las vidrieras de las librerias me llaman, algunos títulos me sorprenden, algunos me quedan en la retina "que sería de mi sin ti! y me respondo esto: "lo que soy, soy lo que hago". Ya no me dueles como antes en el cuerpo, en plena garganta, ahora sos una brisa que pasa suave y mueve la lluvia. Y sonrío, porque puedo recordarte en un día de lluvia sin llorar.