miércoles, 9 de abril de 2008

TRIOLOGIA


Uno a uno llegaron
Uno a uno se fueron.
Nunca coincidieron sus huesos
Con las radiografías.
Tampoco sus sonrisas con sus dientes,
ni sus cuerpos con sus vientres,
ni los vientres que sucedieron,
pero sí, la cucharita del olvido
lastimaba a fondo,
buscaba dentro,
quitando las patadas, esas que no serian,
ni gol,
ni salto en alto,
ni corrida en el parque independencia.
Sólo una gran herida
que come por dentro,
que deja jirones por fuera
tal vez una sonrisa huérfana de la vida.
Tal vez,
Tal vez,
Vida!



HOMENAJE

El oído en el hueco del caracol, suena a olvido, pero no puedo olvidar por más que olvide.
Por más olvido que conjugue:

yo olvido
tu olvidas
él olvida
nos olvidamos
vos olvidáis
ellos, ellos olvidarán
pero a veces en este gran reino del olvido alguien abre la puerta para ir a recordar.
Recordar aunque duela, aunque uno vaya reviviendo aquello que no nos hicieron. Aquello que se olvidaron de hacernos, todo aquello que postergaron por una partida de ajedrez, un asado criollo, o un partido de fútbol.
Y aunque yo no haya sufrido en la piel, comienzo a recordar aquello que le hicieron a Juan, al hijo, al nieto o nieta, y todo aquello que aun sigue por su poder residual. Y una llora porque nos privaron de Haroldo, porque desgajaron sus palabras, las letras que le otorgaban sentido a su vida, y por que no también a la mía.


Perdón
pero heredé el silencio
que se lleva tan bien con el olvido,
y la memoria no hace otra cosa
que engañarme y abandonarme
y yo no soy de las que resisten,
si no de las que conceden,
y conjugar olvidos, es más fácil
que recordar
que reconstruir.
Recordar es un poco re-vivir.
Y a veces duele tanto.

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